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lunes, 26 de septiembre de 2016

"RECUERDA LA REGLA MÁS SABIA DE TODAS LAS REGLAS"

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"RECUERDA LA REGLA MÁS SABIA DE TODAS LAS REGLAS"
Las personas que me rodean deben estar cansadas de escucharme decir esta frase:
"No le hagas a los demás lo que no quieras que te hagan",
pero es una regla de oro para las relaciones interpersonales.
Creo que nadie puede decir que no sabe lo que quieren los demás,
con solo pensar en lo que no nos gusta que nos hagan, podemos deducir que cosas,
no le gustan a los demás.
Por ejemplo: ¿A usted le gusta que le mientan?
Entonces contésteme sinceramente:
¿A la persona que tiene frente a usted, le gustará que le mientan?
¿A usted le gusta que hablen mal de usted a sus espaldas?
Entonces a quienes le rodean
¿les gustará enterarse que usted murmura sobre ellos?
¿A usted le gusta que le griten? A la persona que está con usted
¿Le gustará que le griten?
Cuando sube al colectivo cargada con bolsos o con un bebé en brazos
¿le gusta que le den el asiento? ¿Le gustará a otra persona lo mismo?
¿Qué prefiere, ver una cara sonriente o personas serias y de mal humor?
Es bastante fácil saber lo que no le gusta a la gente que le hagan o no entonces.
La armonía que reinaría en nuestras familias,
en el trabajo, con nuestros amigos, en nuestra iglesia,
entonces sería maravillosa,
solo requiere que cada persona se haga responsable de no hacerle a otros,
lo que no le gusta que le hagan.
Dejando de lado el egoísmo y tomándonos unos segundos antes de actuar,
para pensar si nos gustaría que nos hagan lo que estamos por hacer sería suficiente.
Cuando llegué a la iglesia, me enseñaron una pregunta muy práctica,
me dijeron que cuando tuviera dudas de algo que estuviera por hacer,
era bueno o era malo, pensara antes de hacerlo ¿Jesús lo haría? y
¿Lo podría hacer a la luz del día y a la vista de toda la gente?
Así obtendría la respuesta antes de hacerlo.
Cuando tomamos la decisión de vencer la tentación de mentir, de gritar,
de engañar, de envidiar; de murmurar de nuestro prójimo;
somos sorprendidos con la bendición de Dios que viene a nosotros como un bumeran,
como un premio por haber vencido la tentación de hacer lo incorrecto
con la ayuda del Espíritu Santo.
Lo invito a poner en práctica esto durante 24 horas.
Si le resulta siga un día a la vez, verá como mejoran sus relaciones con todos los que le rodean.

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