Los regalos nos recuerdan a las personas
y transferimos en ellos sentimientos que nos vinculan a quien nos lo ha regalado.
Según algunos antropólogos la costumbre de regalar
es un intercambio que se produce según rituales específicos.
Algunos mensajes que esconden un regalo:
- Te quiero
- Deseo que me quieras
- Me agradas
- Te deseo, quiero hacerte el amor
- Quiero que me aceptes como soy
- Gracias
- No me olvido de ti
- Quiero que me tengas en cuenta
Nadie duda que fechas y sucesos sociales como San Valentín,
el Día de la Madre o del padre, Navidad, Año Nuevo, Reyes,
un aniversario, un cumpleaños o una boda, son sinónimos de regalo.
Seria bueno que cada día regalemos nuestro amor a los demás.
La monetarización de los regalos
El regalo, esa muestra de cariño y afecto, se ha mercantilizado por completo,
se ha convertido en una simple muestra de que el cariño se puede
valorar en euros.
Dicho mensaje ha calado completamente en nuestra
sociedad, lo hemos interiorizado,
valoramos todo por lo que su etiqueta
dice que vale
y en las fiestas navideñas esto parece llegar a uno de sus
puntos más altos
(solo superado por las “listas de regalos de bodas”).
Incluso se está haciendo de lo más normal el poner mínimo y máximo de
gasto al regalo.
Puedes estar haciendo un bonito collage de fotos
durante horas
o una escultura en barro en la que imprimes todo tu cariño
y correr el riesgo de quedar como el “tacaño”
que no se ha gastado los
mismos 10 € que ha costado esa horrible bufanda que te han regalado a ti.
Tenemos que aprender a ver más allá de lo económico y monetario en los regalos.
Muchos se han olvidado de otros factores que dan valor al regalo tales como el cariño,
el esfuerzo o la ética. Deberíamos ser éticos al regalar y éticos al recibir regalos.
Ver más allá y pensar en su procedencia, si respeta el medio ambiente, su verdadera utilidad, etc.
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