Poco después de que empezara a existir la humanidad
se reunieron varios duendes para estudiar el modo
de quitar la alegría a los moradores de la tierra.
Uno de ellos dijo:
«Debemos quitarles algo,
pero, ¿qué les quitamos?».
Después de mucho pensar, otro dijo:
« ¡Ya sé! Vamos a quitarles la felicidad.
El problema va a ser dónde esconderla para que no puedan encontrarla».
Propuso el primero:
«Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo».
A lo que inmediatamente repuso otro:
«No, recuerda que tienen fuerza; alguna vez alguien puede subir
y encontrarla, y si la encuentra uno, ya todos sabrán donde está»
Luego propuso otro:
«Entonces vamos a esconderla en el fondo del mar».
Y otro contestó:
«No, recuerda que tienen curiosidad,
alguna vez alguien construirá algún aparato para poder bajar
y entonces la encontrará».
Uno más dijo:
«Escondámosla en un planeta lejano».
Y le dijeron:
«No, recuerda que tienen inteligencia,
y un día alguien va a construir una nave
en la que puedan viajar a otros planetas,
y la van a descubrir, y entonces todos tendrán felicidad».
El último de ellos era un duende que había permanecido en silencio
y escuchando atentamente las propuestas de los demás duendes.
Analizó cada una de ellas, y entonces dijo:
«Creo saber dónde ponerla para que realmente nunca la encuentren».
Todos le miraron asombrados y preguntaron al unísono:
« ¿Dónde?».
El duende respondió:
«La esconderemos dentro de ellos mismos,
así estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán».
Todos los duendes estuvieron de acuerdo,
y desde entonces ha sido así:
el hombre se pasa la vida buscando la felicidad
sin saber que la trae consigo.
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