LA NATURALEZA

Contemplo la Naturaleza,
me arropo en su fuerza y en su calma.
Los árboles, las montañas, la lluvia,
las flores, el pasto y las rocas,
aquí todo crece rítmicamente en armonía.
Aquí palpita la vida.
Aquí callaré del todo.
Sólo quiero escuchar silencio.
Sólo quiero que me hable el viento.
La única música que ahora quiero sentir,
la del aire limpio y vivo.
Cierro los ojos, respiro y bebo
de la Fuente de Dios.
Qué verdaderas son las cosas
cuando están en calma.
Lejos el mundo suena como un corazón ciego que se ignora a sí mismo 
y agoniza con personas yendo de un lugar para otro,
dentro de sus cajas de colorido metal,
a toda velocidad, a todo volumen
para alejarse de la vida,
para alejarse de ellos mismos.
Y entre luces de neón que ciegan viajan hacia escapatares 
que anuncian la naturaleza con cadáveres vestidos 
con ropa que comprarás y no te pondrás.
Cuesta tanto alejarse de todo
y es tan difícil.
Pero descubro que...
cuanto más me acerco a mí misma,
más se alejan las cosas que no necesito.
Cuanto más escucho el silencio,
más me alejo de éste ruido mudo. 
Y yo, me siento tan cansada de ocupar espacio y tiempo.
Aquí en este espacio azul y verde todo lo veo claro, 
cuando todo lo que hay a mis espaldas por un momento desaparece. 
Vuelvo a resucitar alejando de mí aquéllas nubes grises que, 
con su oscuridad inmensa, me tapaban el Sol y teñían mi Ser.
Inspiro y me guardo dentro todo
lo que siento y veo.
Exhalo fuera todo peso muerto lo deshecho.
Me siento bien.
Ligera y liviana...
ahora puedo seguir caminando.