La razón por la que tenemos miedo al rechazo,
al fracaso, a la intimidad, a la vergüenza,
al abandono, a la pérdida, a lo desconocido,
a ser juzgados, a estar solos, a perder el control,
a expresar nuestros verdaderos sentimientos,
y a tantas otras cosas,
es que nosotros mismos nos hemos identificado erróneamente
con nuestro limitado ego.
Cuando reconocemos que nuestro ser
es uno con el centro de toda la existencia,
entonces nos damos cuenta de
que en realidad no hay separación,
nada es ajeno a nuestra naturaleza
y todos nuestros temores no saludables se disuelven.
La lección de esta semana esta dedicada a liberarnos suavemente
de las garras de los temores de nuestro ego
y expandir la conciencia de nuestra verdadera naturaleza,
que es infinita, integral, y sin límites.
El amor hecha fuera el temor y este amor es la maravillosa gracia, conocimiento y sabiduría predestinada que Dios le dio a sus hijos para reinar sobre toda circunstancias que se presente en la vida, entendiendo que toda obra es para bien, para los que amamos a Dios.
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