La noche fue embaucadora y consentida,
testigo de nuestro amor clandestino,
vigía de un seductor romance
vivido en la libertad de los corazones,
bajo el romántico resguardo
de las resplandeciente estrellas,
que iluminaron la piel de nuestros cuerpos,
junto al encanto del mágico hechizo andaluz.
Atrás quedaron en el recuerdo
los placeres de exquisitos manjares servidos,
y embriagados entre tumbos de emociones,
entre risas, cómplices sonrisas y sutiles caricias,
llegamos a la cueva de nuestra intimidad,
donde la cálida noche nos envolvió en su oscuridad.
Así fuimos en el Valle zalabí,
cuna del antiguo imperio árabe.
Así fuimos dos amantes desconocidos
deseándose entre besos.
Así fuimos…
atrapados por el embrujo de las noches con duende,
sintiendo nuestra melodía entre dos aguas,
y el silencioso vaivén de nuestras miradas,
que desnudas bailaron al viento,
amándose eternamente insaciables
hasta la majestuosa llegada de la luna,
entre los sorbos del elixir
que de tus labios me hacías beber,
sintiendo en mi interior
las intensas, y húmedas contracciones de tu placer.
Parecía que nada existía en el universo.
salvo el sonido de nuestros corazones,
que latían al ritmo de nuestra desenfrenada pasión.
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