GRACIAS POR TU VISITA

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miércoles, 5 de agosto de 2015

PUEDE QUE HAYA PERDIDO MI TIEMPO CONTIGO

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Puede que haya perdido mi tiempo contigo, pero no me arrepiento

Contigo aprendí a tener todo el valor que tú no supiste darme.
Fuiste veloz e insignificante, casi como un espejismo, casi como que no fueras real. Aún me pregunto si lo fuiste, ¿qué es lo que queríamos los dos en ese momento? Aunque intento pensar no lo puedo recordar, no encuentro la razón por la que terminé besándote e involucrando mi corazón en una relación junto a ti. Pero así sucedió.

En medio de mi juventud fue que te conocí. Siempre han llamado mi atención las miradas intensas, los ojos grandes, las presencias con un dejo de misterio. Y en un comienzo, eso es lo que reconocí de ti. Rápido a la mirada, había cierta energía de atracción hacia ti. No era la única que la sentía, claro. Amigos y mujeres se acercaban a ti, como si fueran parte de un campo magnético. Simplemente hay personas que tienen esa magia, esa habilidad.
Como siempre me consideré distinta, eso no fue suficiente para que yo me acercara. No tenía un interés real, ni profundo. De vez en cuando te contemplaba, como a muchas otras personas. Siempre observando, como parte del paisaje, escondiéndome sin quererlo, tras mi comodidad y transparencia. No me interesaba conocer a nadie, tampoco. Pero un día levanté la mirada y tú estabas ahí, a punto de hablarme.
Desde ese día no me dejaste ir. Yo siempre muy aferrada a las personas y a las palabras, por primera vez me dejé llevar por cualquier cosa que pasara en el momento. Había un cierto calor en tu compañía que me mantenía en el mismo lugar: hablándote, mirándonos de vez en cuando, compartiendo más de lo que podíamos imaginar. Pero aparte de esa sensación, las mariposas en mi estómago hacia ti eran bastante escasas. Quizás esa debió haber sido una señal.
Nos separamos y juntamos durante varios meses. Siempre era así. A pesar de que estábamos en el mismo lugar, tú ibas y venías. Aún me pregunto si realmente te interesaba algo de mí que no fuese superficial. ¿Qué es lo que mantenía tu atención en mí, y permitía que siguieras entrando a mi vida? De alguna manera yo me adormecí y me uní a tu rutina autodestructiva. Una relación que no era nada, pero que también lo era todo. Tan inestable como era realmente mi vida: un cariño fingido solo para sentirse bien un momento. Sabes, no tengo nada en contra de eso, pero solo quisiera haberlo sabido de antemano.
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Todos conocían de nosotros, éramos solo una especie de mito. Muchas cosas se decían, pero solo nosotros sabíamos la verdad. Pensándolo bien, solo tú lo sabías. En toda esa mirada intensa no había nada que yo podía descifrar. Por desesperación, me inventé sentimientos. Para justificar mis idas y venidas por ti. Para justificar todas las veces que te esperaba, sin que tú lo supieras. Para justificar todas las mentiras, escapadas y todo lo que me torcí, solo por estar junto a ti.
Era feliz, sí. Me relajé contigo, pero también me destruí. Rompí mi inocencia, y de paso muchas de las cosas que creía ser. Una mujer que se hacía respetar… pero tomé mis riesgos. Se sentía bien estar contigo, aunque fuese esporádico, y lo logré. Fui feliz. Casi dos años en ese espiral, sin que fueran dos años en verdad. Tú me querías aún ahí, con mi constante presencia, pero sin mis pensamientos, sin que hablara, sin nada. Y ya no podía ocultarme más tras de ti.
No. No me arrepiento de nada. Por mucho tiempo lo hice, por mucho tiempo intenté descargarme de todo lo mal que creía que me hacías. Pero luego entendí que era necesario conocerte, tener tu paso por mi vida.Tener un poco de desorden para poder saber realmente quién era, y experimentar cosas que nunca más volvieron a mi vida. Y supe, así, que no quería que nadie más me tratara así. No sé si darte las gracias, pero solo por esta vez… lo haré.

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