Caminaba un día por la calle,
cuando observé como unas nubes oscuras
se juntaban en el cielo,
y vi luego como la lluvia empezó a caer,
rápidamente busqué refugio,
al mismo tiempo que la suave lluvia
se convertía poco a poco en tormenta.
Encontré refugio bajo una cornisa,
a la entrada de una casa,
en el momento en que la tormenta
caía con más fuerza y estruendo.
Vi entonces una pequeña rosa roja,
golpeada y encorvada
por las grandes gotas de agua
que constantemente le azotaban
y a pesar de esto no se rompía,
sino que soportaba
con increíble resistencia
el gran embate de la lluvia
y cada uno de sus golpes;
manifestado en grandes
y pesadas gotas de agua.
Me sorprendí al ver
como a pesar del viento y lluvia,
la pequeña rosa roja
soportaba el gran castigo,
sin ceder ni un ápice.
En muchos momentos,
pensé verla caer,
derrotada por la furia del agua,
mas sin embargo,
volvía a enderezar
su ya doblado tallo por la lluvia.
Al pasar la lluvia,
y ver como el sol salía
de entre las oscuras nubes,
noté con asombro como la pequeña
y frágil rosa roja, estaba aún en su lugar,
con su tallo erguido hacia el cielo,
mostrando con orgullo
sus bellos pétalos rojos,
en señal de su victoria
ante las fuerzas de la misma naturaleza,
a la cuál pertenece.
Recordad la pequeña rosa roja
y lo duro que peleo para resistir.
Cada vez que os sintáis desfallecer,
recordarla y no dejéis que nada os asuste,
atemorice o desaníme,
ella nos ha mostrado cuanto valemos
y lo mucho que hay que pelear en este mundo.
Recordar el amor
que nos tiene aquel que dio fuerza a la rosa roja
para que pudiera resistir.
Gracias por enseñarnos a luchar
y gracias por enseñarnos a vivir.
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