"Comencemos por realizarnos nosotros mismos".
Pocas cosas hay más bellas que un atardecer,
que un agua cristalina de una playa de cualquier parte,
que unas dunas de arena como las de Tarifa,
que un bosque espeso, que una delicada lluvia,
o que cualquier construcción antigua que aún se sostiene.
Sin embargo, si nos propusieran pedir un deseo, solo uno,
pediríamos cualquier otra cosa excepto eso,
¿o me equivoco? Quizá no seamos capaces de ver la verdadera belleza,
o quizá sí, y por ello no pedimos eso. Quizá necesitemos mirar otra vez lo ya visto para apreciarlo: no basta un leve vistazo, hay que penetrar en ello. Para entender una obra de arte no basta con saber cuál es:hay que detenerse, reflexionar. Sentir, y después de un exhaustivo análisis,extraer una conclusión siempre susceptible a mejorarse.Cuando algunas personas se cuestionan el porqué de lo que estudio,
de éste camino hacia ninguna parte en el que me hallo a veces,
en el que cada respuesta conlleva una nueva pregunta,
y a su vez otra, y otra,
y cuya respuesta se posterga hacia un infinito
yo me pregunto: ¿y para qué poner límites al camino?
El preguntar nos mantiene vivos, nos mantiene tras la eterna búsqueda,
nos distrae de lo demás, es un placentero que
hacer éste de pretender racionalizar lo que se mide en suspiros,
aun no siendo posible la mayor parte de las veces.
Nada se ha construido o pensado sin pensar propiamente,
pero cuán difícil es transmitir ésta idea a quienes no tienen pretensión
de aprender al tiempo que explico, y, por el contrario,
cuánta satisfacción encuentro allí donde alguien pregunta
con la impaciencia propia de Fedro frente a Sócrates.
Con cierta pretensión, con cierta predisposición, todo sería diferente.
Imagina caminar en vez de correr.
Imagina entender que no hay que ir deprisa,
sino lento, para que no se escape nada.
¿Eres capaz de pasear si no es hacia un lugar en concreto?
Aprende a disfrutar de la fiesta en vez de preguntarte cuánto ha costado.
A fin de cuentas, vamos a llegar todos al mismo lugar
después cruzar una tras otra cientos de puertas
que se cierran a la par que las cruzamos,
impidiéndonos ver qué había en las demás,
incapacitando y motivando nuestra incertidumbre.
Aunque unos lo llamen cielo y otros no crean en ello:
todo se acabará, y lo que nos quedará será lo aquí realizado.
Es muy insatisfactorio quedarse con lo físico:
con gente, con hechos y con alegría.
Lo es también reducir nuestras decisiones a lo racional.
Lo es para el que lo sabe y para el que se enfrenta a sí mismo.
Vayamos un paso, dos, o tres más allá:
quedémonos con personas, con recuerdos, con felicidad.
Por ello te propongo algo:
comencemos por realizarnos nosotros mismos.
que a veces frustra por no llegar,
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