Mentimos porque sinceramente creemos
que es lo mejor que podemos
hacer para nuestro beneficio en ese momento.
Vivimos en un mundo de engaños.
Las mentiras tienen influencia en la historia
y persuaden a la gente.
La mentira está cobrando aceptación
como una filosofía de la vida,
que además la están recibiendo nuestros hijos,
y como resultado ellos tambien mienten.
Pronto esta generación pasará a
ocupar cargos de liderazgo,
empezará la actividad laboral,
entrará al mundo politico
y al sistema educacional, y se convertirán en
madres y padres.
La mentira más seria es cuando es otro el que miente.
A nadie le agrada admitir que mintio.
Sea que nos abstengamos de decir la verdad o
que digamos una media verdad, a veces mentimos.
Nuestras razones infuyen lo siguiente,
Mentimos para preservar nuestro sentido de dignidad.
Queremos parecer mejores de lo que somos
porque queremos agradar a los demás.
Exageramos las circunstancias
para inflar nuestros egos
o para esconder nuestra vergüenza,
temor y desilusiones.
Tal vez sea demasiado vergonzoso o doloroso
confrontar la verdad sobre otros
o sobre nosotros mismos.
Mentimos para evitar que nos descubran.
Al decir medias verdades intentamos
que nuestro cónyuge o nuestros padres
no descubran una vida secreta,
una aventura amorosa, gastos excesivos.
¿Por qué creemos las mentiras?
Nos han enseñado a confiar.
Enseñamos a nuestros hijos que es
importante confiar.
La confianza es el mejor regalo que un cónyuge
le puede hacer al otro.
Cuando alguien no dice la verdad
y lo descubrimos, la relación se termina.
Los mentirosos triunfan al seducir nuestra confianza
y luego al violar esa confianza.
Después, asumen control penetrando en nuestra
realidad y nos imponen la realidad de ellos.
Nos dicen que lo que vemos, creemos, oimos
y sentimos es falso. Y porque queremos creer,
dejamos en suspenso nuestra incredulidad
y creemos, una vez más.
Las mentiras nos apartan de nuestra búsqueda de la verdad
El engaño es como una violación
física pero invisible.
En vez de ser un ataque físico, las mentiras
atacan la mente y hacen impacto en el espíritu.
Si el mentiroso es
alguien ante quien hemos desnudado nuestro cuerpo
o nuestra alma, el
dolor nos llega a inmovilizar.
Uno comienza a dudar de uno mismo y
comienza a cuestionarse en cuanto
a los conceptos aprendidos sobre
amar y confiar.
Volver a tener confianza es algo que cuesta.
No podemos escapar de la realidad
de que vivimos en un mundo de engaño.
No podemos hacer que otros dejen de mentir.
Pero si podemos convertirnos en personas
que buscan la verdad.
Algunas personas mientra mas mientes
mas se lo creen ellos mismos.
Las mentira tienen las patas muy corta.
Se pilla antes a un mentiroso que a un cojo.
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