No saber mostrarse bueno con los malos
es una prueba de que no es uno bueno del todo.
Penosamente caminaba bajo el rayo del sol
un arriero con su asno cargado,
y su perro que le seguía.
Perro y asno,
además no habían comido nada en todo el día.
Al llegar a una hermosa pradera,
el arriero se acercó a una sombra
y se secosto a dormir,
Entonces, el asno se puso a pastar,
y sólo el perro quedó cansado y hambreado.
Amigo - le dijo al asno,
¿ Porque no te agachas un poco para que yo agarré algo de la cesta?
El asno hizo que no escucho
y continuo masticando el tierno césped.
El perro volvió a suplicarle
y el asno contestó.
¿ Por qué no esperas a que se despierte el amo,
él te sirva la merienda?
De repente la situación cambió,
pues el lobo que acechaba
se arrojó sobre el cuello del asno.
¡ Socorreme amigo !
gritaba éste en su agonía.
¡ Ven a mi perrito!
pero el perro, que contemplaba la escena repuso:
¿ por qué no te esperas a que se despierte el amo
y te auxilie?
A vosotros los que oís, os digo:
Amad a vuestros enemigos,
Haced bien a los que os aborrecen;
bendecid a los que os maldicen,
y orad por los que os calumnian.
Al que te hiera en una melilla presentale también la otra.
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