Flores azules perfilan
tu rostro libre,
no hay culpa en tu mirada
con párpados de estrella clara.
Licor saciante en los labios
que se aferran a otros labios
de bronce cálido
y fresa madura.
Ya me sigue la elegancia de tus dedos
cuando el sol refresca,
enamorado de cada milímetro de la luna
que sueña con zapatos de tacón
y lluvia de almendras.
Abro las manos a la pureza,
cierro los ojos a las pupilas negras
y espero a que las serpientes nocturnas,
desaparezcan.
Aspiro el sabor que desprendes,
algo brota del reflejo de tu espejo,
algo nace entre luces rojas.
Olor a hierba, frescor inagotable,
cintas de agua que pasean
por el lago de tu alma
y el viento me trajo el eco de tus palabras,
quedó dibujado en el cordel de mi pelo, mojado.
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