Llora el viento por el puerto
y grita la mar, ofendida,
a las rocas impasibles;
sin prestar atención
a los cantos de sirena
que a pesar de la tormenta
encantan a marineros
para intentarlos ahogar.
Surcan mis dedos la arena,
curiosos, con ansiedad,
con su rumbo perdido;
formando corazones rotos
esperando tempestades
y con ellas, más naufragios.
Rompe la ola en mi cuerpo
cubriéndome hasta los pechos
de blanca espuma marina.
Oigo silbar a bufones
que inician mi ritual
y me tiró nadando a la mar
buscando más navegantes
a los que poder encantar.
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