GRACIAS POR TU VISITA

GRACIAS POR TU VISITA

martes, 28 de octubre de 2014

COMO UN LOBO


Como un lobo
sigo tu rastro animal,
con los sentidos embotados por tu cercanía,
por tu sensualidad derramada,
que me hace desearte cada instante
más y más.
Como un lobo
sigo tu rastro de mujer,
el perfume que despierta mi ansia por ti,
por derramar mi semilla en tu interior,
por morder tu carne trémula
con mis dientes de fiera,
sintiendo la delicada esencia
del manjar que es tu cuerpo contra el mío,
deleitándome en el delicado bocado
que es tu carne de pecado.
Con los sentidos embotados
por tu perfume,
siguiendo el húmedo rastro de tus pisadas,
me interno en la jungla del placer,
buscando el salado sabor
de tus labios en mi boca.

Me creo cazador,
pero soy en realidad la presa,
soy el tigre en la espesura,
acorralado,
mostrando mis colmillos a la turba,
reducido y sometido por el éxtasis
que se derrama entre tus piernas.

Quieres ser moderna caperucita,
sujetarme a tus pies,
convertirme en tu mascota del sexo,
esclavizar mis sentidos entre tus muslos,
logro supremo que consigues
a cada espasmo de tu cuerpo,
a cada gota de flujo que derramas
fuera del contenedor que es tu cuerpo.

Eres un ángel blanco
buscando y sometiendo
al ángel negro que soy,
mas mi alma es mía,
el aullido que elevo a los cielos

es para una luna hecha carne mortal
que se agita bajo mi cuerpo,
Selene de la perdición eres,
mensajera de mis deseos,
dueña de mis pasiones.

Crees poseerme,
pero te llevo por senderos nuevos
donde el placer aún es
fruta prohibida a tus labios,
donde te enseño que no sabes realmente
lo que crees saber,
donde te enseño nuevos matices
de color entre la bruma del bosque,
donde te hago suspirar mi nombre
y suplicar clemencia a lo divino
antes de continuar
con tu espiral de éxtasis.

Me entrego a ti,
Caperucita,
mas no lo olvides.

La fiera,
cuanto más acorralada está,
más peligrosa es...

lunes, 27 de octubre de 2014

ATAME

Ata mis labios,
amordázalos
para que no pueda pronunciar
palabra alguna sobre nosotros,
que nuestro secreto
siga siendo nuestro,
que nuestros besos
sigan siendo sólo para ambos,
que el mundo murmure lo que quiera,
pero que no me puedan arrancar
ni una palabra de la boca.

Ata mis manos
con fuertes nudos
para que no pueda tocar otro cuerpo
que no sea el tuyo,
para que mis dedos
no acaricien otra piel
que no sea la tuya,
para que no pueda despeinar
una cabeza que no sea la tuya.

Ata mis pies
para que no pueda irme nunca
de tu lado,
que la única sombra que me cobije
sea la de tu cuerpo
interfiriendo los rayos del sol,
que el único calor que sienta
sea el de tu cuerpo contra el mío.

Átame con finas puntadas,
que el dolor de mi ser
forme parte de nuestro éxtasis,
que el hilo nos fije
el uno al otro,
carne con carne,
sangre con sangre,
paladeando este sufrimiento
como parte de nuestro gozo particular.

EL DESEO DE TU PIEL

Desliza tu lengua por mi cuerpo,
eriza mis cabellos
con el frío del estremecimiento adictivo
del ansia carnal,
hazme temblar de pasión
convertido en un juguete en tus manos.

Que tu tacto de seda
confunda mis sentidos,
que el roce de tus labios
conmueva mi cuerpo,
que tus uñas me arañen
como garras dispuestas a arrebatarme el alma
ebrio de éxtasis,
que tu mirada de fuego
me consuma el alma.

Desliza el frío de la pasión ardiente por mi piel,
no dejes un rincón de mí sin estremecer,
hazme desearte con locura,
que mi boca pida devorarte con ansiedad,
que mi garganta quiera beber tu licor
con necesidad voraz.

Hazme perecer
en la necesidad de tu sexo,
beber de tus labios,
perderme en universos lejanísimos de estrellas ignotas,
caer en un mar de locura
donde el único atisbo de cordura
sea el horizonte de tus labios en la lontananza.

Hazme quererte y morir
del deseo de tu piel.

NECESITO TU BESO

Necesito tu beso, frío,en mi piel.

Añoro tu esencia y tu sabor,
añoro tu cercanía,
separados como estamos,
por no poder verte cada día,
disfrutar de la estampa magnífica
de una luna llena,
redonda y golosa,
con brillo de platino,
reflejada en tu superficie de obsidiana.

Añoro tu sabor,
salado y dulce,
intenso como un buen vino,
como una taza de café en la tarde
con buena compañía,
con el ritmo marcado
a golpe de diapasón
del oleaje,
una y otra vez
rompiendo en mis pies,
una y otra vez
marcando el ritmo de mi corazón.

Necesito tu beso y,
siguiéndolo,
tu abrazo de espuma de Venus,
que me arrebates con fuerza
de estas orillas,
que me reclames como tuyo,
que quieras volverme de nuevo
a una ictiofase posterior
a mi primigenio estado de célula,
convertirme en morador de tu seno
y volar como una móbula por tus aguas.

Necesito tu beso transformador,
que me salgan branquias
y me pierda en el rumor
de las corrientes invisibles
que recorren los fondos,
de las termoclinas
que se dibujan ante mis ojos,
del siseo de las burbujas de cristal pulido
ascendiendo a un cielo
tangible y palpable
para desaparecer tras su velo,
para deleitarme en la contemplación de tu vida,
que es mi vida,
que es el origen de toda vida
en este bello mundo.

Necesito tu beso
y deleitarme en el cuerpo
tendido a mi lado en la arena,
enmarcados ella y yo
en las cristalinas aguas
como obras tridimensionales
de Gaugain en Tahití,
cantando a tus aguas
como un febril Stevenson
a las maravillas de los Mares del Sur.

Necesito tu beso de vida
como necesito el ayuntamiento carnal
con su alma..

sábado, 18 de octubre de 2014

MELANCOLÍA


MELANCOLÍA
ajusta tu falda;
dulce melancolía
abriga el silencio,
dale calor al deseo,
llena de sueños tu blusa;
ponle botones de oro,
como el horizonte,
a la llanura,
aprieta fuerte,
su imagen reflejada
en las pupilas
bañadas de luz,
moja tus muslos
de las mieles del azúcar
para que la sal;
cicatrize cualquier herida!"
recoge tu cabello
de hilos dorados!
para dejar
al descubierto
el largo cuello de cisne
suspira sobre la boca
callada y silente
de la roca!""

SILENCIO

 
SILENCIO
Le pregunté a la noche por ti
y el silencio me abrazo;
no había luz;ni cama;
ni almohada!"
Tuve miedo;
el silencio;
siguió abrazado a mi;
lleno de caricias;
mi rostro!
me consoló;;
y junto a mi lloro!"
Un fuerte ruido;;
como de tambores
me exaltó;
el silencio,
agachó su cabeza,,
en mi pecho!'
al escuchar;
tremenda queja;;;
de mi corazón latiendo!'
Que hasta el!!
se asustó;
pues de ahí;
salió corriendo
dejando todo;
otra vez;
en el más profundo
silencio!""'

SEAMOS UNO

He contado
los suspiros al aire
hasta llegar a este momento,
los granos
del reloj de arena
gigantescos bloques de piedra
me han parecido.
Siento el peso de la pasión devorarme,
el fuego consumir mi sexo.

Pero,
por fin,

te tengo ante mí.

Uno frente al otro,

temblando como niños
en la fría niebla que nos envuelve,
ocultos al mundo,
escondidos para nuestra pequeña travesura,
ignotos para cualquiera,
salvo para nosotros dos.

Siento tu piel
contra mi piel,
tus labios
sobre los míos,
tu lengua
lamiéndome despacio
y sin prisas,
paladeando
el sabor salado
de mi sudor,
hasta que llega el momento
en que nos fusionamos en uno.

Somos Yin y Yang,
blanco y negro,
día y noche,
las dos caras de la moneda,
pero formamos un uno
tan indisoluble
que nuestros corazones
laten rítimicamente
al unísono.

La pasión es rápida,
nos devora hasta el alma.
Es el momento de recuperar
el tiempo perdido,
de no ser cuidadosos
con las formas,
de desatar la pasión
y de agitarnos
como peces en las redes del pescador,
buscando que la presión
estalle por sí sola,
que el estampido de placer
nos inunde,
que me salpiques
con la espuma de tu mar,
que yo derrame
la fuente de mi ser en ti.

Y así,
extáticos por el placer,
seamos uno.

EL BESO DEL MEDITERRANEO

Sueño con tus costas doradas,
sueño con el beso de tus aguas,
sueño con cambiar
el azahar primaveral
por tu aroma a salitre,
porque tu salitre es vida
y no sólo mar.

Quiero perderme en tus costas,
arribar a tus playas como un Odiseo,
náufrago y perdido,
buscando a tientas su retorno a Ítaca.
Quiero convertirme
en barco una vez más
y transformarme en pecio
sumergido en tu vientre
por última vez
y cantar loas sobre tus albricias.

Si fueras mujer
te amaría como hombre,
si fueras ángel
quisiera ser alma
para que me custodiase,
si fueras sueño,
quisiera yo soñarte,
si fueras beso,
necesitaría ser labios
para en mí celebrarte.

Quisiera que tus arenas
fueran sexo,
y tus aguas mujer,
el romper de tus olas gemidos,
y yo consumirme
en el deseo de tu querer.

Y, mientras espero tu beso de mujer,
sueño contigo, y siento tu beso,
el beso del Mediterráneo
mi alma lamer.

INTIMIDAD

Es mi momento más íntimo y personal,
es de particular trascendencia.
No quiero compartirlo con nadie,
es sólo para mí.

Con más trascendencia
que un primer beso,
con mayor intensidad
que la primera vez
que se experimenta el sexo,
con más profundidad
que el sentimiento de amar.

Comienza con un momento
en la oscuridad
en un refugio inmaterial.
A solas conmigo mismo,
entre las tinieblas de la biblioteca
de mi palacio interior,
mi refugio personal,
un sancta sanctorum
del que sólo yo tengo la llave
para entrar
y que a nadie muestro sus pórticos
para que siga siendo mi huella
la única que deje su rastro
en sus alfombras y en el eco de su aire.

Rodeado de libros de saber,
hasta más allá de donde alcanza la vista,
perdiéndose en la negrura de un techo
del que ni yo mismo
alcanzo a vislumbrar
su bóveda final,
con los bustos de los genios del pasado
observándome,
valorándome,
evaluándome,
criticándome.

Permanezco sentado en un sillón,
escuchando música,
sosteniendo un cigarrillo
del que ascienden volutas azuladas de humo
que se deshacen poco a poco.
El ascua brilla en su punta,
pero no veo ni a una ni otro,
tal es la negrura.

Poco a poco,
entra luz por los ventanales,
hendientes como espadas,
separando poco a poco la oscuridad de mí,
pero sin disolverla del todo.
No quiero.
No me gusta separame de mi oscuridad.

De mi amiga inseparable.

Entonces llega el momento.

Siento el calor del licor bajar por mi garganta,
siento el humo salir expelido por mi nariz,
siento el ardor de la sangre en mis venas,
y es cuando surge,
imperiosa,
la Necesidad.

Me dirijo con paso firme
a la mesa de trabajo.
Dispuesta sobre su bruñida superficie
tengo siempre una nívea hoja de papel,
delicada resma de material exquisito,
y una pluma, negra y brillante,
de intensos destellos como plumaje de cuervo.
A veces,
cuando firmemente la ciño entre mis dedos,
puedo escuchar sus graznidos
desde la lejanía de los valles y los páramos
y, en ocasiones,
se persona ante mí,
y me mira con intensidad,
su reluciente ojo como una canica oscura
en la que brillan las ascuas
del ansia y la curiosidad.

Pero no me ha pronunciado "nunca jamás".

Pero mis ojos ya se han posado
en el campo de batalla,
en la tierra ignota,
ardiente como la amante,
consumida en su deseo
por ser descubierta y recorrida
por primera vez.

Durante un brevísimo instante,
apenas perceptible,
se produce el brillo del plumín en el aire,
con el fulgor lacerante del filo de un cuchillo.
Casi puedo sentir físicamente
la gota de tinta azulada
formándose en su aguzada punta.

Entonces se produce.

El beso.

Un ósculo maravilloso e intenso
entre el papel y la tinta,
recorriendo su piel
como una cinta su regalo,
en un encuentro que será efímero pero intenso,
apurado hasta consumirse completamente,
reducido hasta que no queden más que cenizas,
con la intensidad del flujo de la pasión
de un cuerpo a otro,
jadeantes y sudorosos.

Es una caricia
en la que vierto mi sangre
sobre el pergamino que quiero legar,
sobre el beso que mis labios quieren transmitir,
la caricia que quiero pasar,
el rugir que anhelo en emitir,
el temblor con el que pretendo sacudir
los cimientos del mundo.

Hasta que termina y,
como el clímax,
procuro saborearlo hasta el último latido,
palpitante,
cuando los cuerpos se relajan,
cuando la mente se queda en blanco,
vacía,
desnuda y desprovista de saberes e instintos,
cuando sólo queda
el confort del silencio
y el placer de recordar el reencuentro.

Ya sólo queda volver a sentarse en el sillón.
A cada paso que doy,
se van volviendo a restablecer las tinieblas en la estancia.
Me acomodo
con el cigarrillo humeante entre los dedos,
el vaso de licor en la mano
que pronto dejaré de contemplar
con mis ojos.

Al fodo de la estancia,
los bustos me contemplan en silencio,
sin decir nada.

Y yo,
agazapado en la oscuridad,
espero de nuevo
el momento del placer de reencontrar
el beso de la tinta y el papel.

HOY ESPERABA TU VOZ


Hoy esperaba tu voz,
tu llamada la primera de la mañana,
felicitarme y quererme
con el retumbar de un trueno lejano,
con la calidez de un amor imperecedero,
grabado a cincel y martillo
sobre el mármol de mi piel.

He oído tu voz en mis oídos,
volverme a llamar
como el niño que en el fondo soy,
quererme como el padre que siempre fuiste,
la roca ante el mar tempestuoso,
el sonido del viento en la estepa,
el calor de tu amor,
como la hoguera en el hogar,
el sol en el cielo,
la luna en la noche brillar.

No dejo de echarte de menos,
no dejo de evocarte.
Fuíste mi patria,
mi refugio,
mi hogar,
la palabra que nunca faltaba,
la palmada en el hombro,
la caricia en la nuca,
la sonrisa que disipaba las sombras,
la bendición elevada a los cielos,
el rezo en el silencio,
el amor.

Me faltas
y cada día
te echo más de menos.
Siento faltarte
porque no te pude retener
a mi lado.

Eres un mar antiguo,
pecios de sabiduría
albergados en tu interior,
yo apenas la gaviota
que te sobrevolaba.

Hoy esperaba tu voz
que ya no volverá.
Y no dejo de echarte de menos,
tanto de menos...

ME CAPTAS


Me captas con tu mirada
al otro lado de la estancia,
mientras inicias tu danza de la seducción
con movimientos cotidianos de exquisita ejecución,
augurándome con sólo un parpadeo
la promesa del más exquisito manjar
con el que delectar mis sentidos.

Veo los ingredientes del ágape
que vas a servir ante mí
logrando que mis instintos más básicos
se disparen alocados ante tu aroma,
que mi razón me abandone
en los brazos de la locura,
y que yo quiera ser
parte integrante de cada plato,
desde los entrantes hasta los postres,
que te sirvas
la leche de mi botella
en tu boca
y lo remuevas todo
en tu cuenco del placer
con mi dura varilla.

Me captas con una mirada hipnótica,
subyugándome como la polilla a la luz de una vela,
como el oso ante el rastro de la dulce miel,
y como un úrsido
quiero introducir mi hocico en tu panal
y lamer hasta la última gota
que emana de tu golosina más íntima.

Me captas con una mirada
que domeña mi alma
y hace que mi pecho arde en deseos
de ser el huracán que te arranque la ropa
y te tome con toda la pasión desbordante
de la locura que por ti me invade.

EL ROCE DE TU LABIOS

Cuento los segundos
que nos separan,
cuento los sorbos de aire
que me faltan.
No duermo
pensando en tu lejanía,
se ha apagado el sol
desde que tú no me miras.

Lento pasa el tiempo
en espera del roce de tus labios,
del momento de mi perdición,
cuando hagas arder en mi pecho
el fuego de la pasión,
cuando me conviertas
en ave fénix
en perpetua combustión.

Cierro los ojos y sueño
con el roce de tus labios
sobre los míos,
el momento
en que me haces levitar,
haciéndome sentir
que no hay suelo,
que el mundo desaparece,
que no existe el tiempo,
que vivo en el vacío
donde los elementos confluyen
en el estallido de un nuevo cosmos.

El sueño de tus labios
es la promesa
de un beso heredado,
de un amor prometido,
de algo tan primigenio como antiguo
que necesito para seguir respirando.

El roce de tus labios en mi piel
es un escalofrío en mi espalda,
una piel erizada,
un enrojecimiento en mis mejillas,
una ceguera en mi mirada.

El roce de tus labios en los míos
es el alimento que me da sustento
para sentir vida en mis venas
y que el mundo merece la pena vivirlo.

AGARRATE A MI



Agárrate a mí,
piérdete en mi cuerpo,
déjame convertirme en tu fetiche,
en tu osito de peluche,
en tu maldición
o en tu perdición,
en tu objeto de lascivia,
en tu fantasía sexual,
déjame convertirme
en lo que tú quieres,
pero hazlo agarrada fuertemente a mí.

Agárrate a mí,
déjame presumir
diciéndote que se acercan curvas,
que los vaivenes que experimentes
sean las subidas y bajadas
en la montaña rusa del placer,
que pases de gusto a gozo,
de disfrute a éxtasis,
y a lo innombrable inmediatamente,
a ese torbellino de luz extática
en el que no hay sonidos,
en el que se suplica en silencio
boqueando como pez fuera del agua
por una bocanada más de aire,
en el que quieres abrir los ojos
para contemplar esa verdad cósmica
que se ha hundido entre los pliegos de tu placer
y lo único que logras dibujar en tu rostro
es una expresión de sorpresa y miedo
por perder lo que estás sintiendo ahora.

Agárrate a mí,
permíteme ser tu juguete sexual esta noche,
permíteme convertir tus fantasías en realidad,
porque yo ya he convertido la mía en carne,
y es la de estar ahora,
aquí, contigo,
en ese momento,
en este placer en el que me debato
y por el que no tengo prisas por culminar.

Agárrate a mí, bien fuerte...

EN ESTE MOMENTO


En este momento en el que te miro,
tu efigie ilumina mis ojos,
me arrebatas el alma
y el calor del amor me invade
y me pide que te tome entre mis brazos
y que te haga mía, sin palabras,
que sea mi cuerpo el que hable en silencio
el lenguaje del sexo más íntimo y profundo.

En este momento es en el que te quiero tomar,
formar un todo los dos,
que nuestras pieles se junten,
compartiendo el sudor,
en el que nuestros poros constreñidos
se conviertan en agujas
que nos inoculen el placer
del uno en el otro.

En este momento,
cuando casi nos hemos despojado
por completo de nuestros atavíos,
cuando la vergüenza ha desaparecido,
es cuando necesito que tus labios
acaricien los míos
con la ternura y la inocencia
que despierta el cosquilleo
del amor más íntimo en mí,
cuando sobran todas las palabras
que no sean nuestras respiraciones entrecortadas,
cuando el universo se detiene
al entrar en ti
y sentir la cálida envoltura de tus labios
a mi alrededor,
húmedos,
haciéndome resbalar hacia tu interior,
como si fuéramos parte de un mismo engranaje
en el que no podemos faltar ninguno de los dos
para mantener el perfecto equilibrio del cosmos.

En este momento quiero tomarte despacio y sin prisas,
que tus pestañas me abaniquen
mientras me paseo
entrando y saliendo de ti,
en el que el abrazo de tus piernas
es el cinturón de seguridad que me mantiene
firmemente sujeto a tu cuerpo,
en el que el vaivén de tus cabellos
se convierte en un arrullo
de hojas mecidas por el viento
en el bosque.

En este momento
es en el que quiero derramarme en ti
en silencio,
y que sean nuestros cuerpos
los que analicen nuestras respectivas químicas
y nos digan que no hay compatibilidad
más perfecta que este estremecimiento
que estamos compartiendo...

en este momento...

MIRAME DESPACIO


Mírame despacio
y recorre con tu mirada
cada rincón de mi cuerpo,
cada curva,
cada línea que conforma esta estructura,
y dime qué ves.

Casi no me atrevo
a respirar en tu presencia,

temo ofenderte
con mi mirada,
pero mi corazón arde
con esta sensación nueva
de tenerte desnuda a mi lado,
expuesto yo a tus deseos.

Soy un hombre tímido,
de espíritu entrecortado,
que apenas sí se atreve a soslayar
sin sonrojarse
tu cuerpo de mujer.

Esto es lo que soy,
y esto es lo que hay.
No puedo ofrecerte más a tu mirar,
ya sólo cabe esperar
a que nuestras almas se fundan en una sola
en el crisol de nuestras pasiones,
que conectemos nuestros cuerpos físicamente
y que nos estimulemos
con las descargas de nuestro frenesí.
Dime si lo que ves te gusta,
dime si lo que ves te causa anhelo,
dime si aquello que tus ojos nerviosos contemplan
es de tu agrado,
y házmelo saber sin palabras,
que esta primera vez que recorro tu cuerpo
sea única para mí,
inolvidable e imborrable,
que quede marcada a fuego
en las páginas de la historia de mi vida.

Mírame despacio
y hazme tuyo
si así lo deseas...

DEBIERA SENTIR



Debiera sentir
que no te has ido,
debiera sentir
que sigues a mi lado,
paciente junto a mí
en mis descarriadas aventuras,
tan leal como mi sombra,
tan inseparable como mi propio aliento,
pero no estás.

Hay momentos
en los que cierro los ojos
y escucho tu voz,
en los que huelo el tabaco en tu hálito,
en los que siento tu presencia,
el calor de tu mano en mi nuca,
tu mirada sonriente posada sobre mí
con infinita dulzura,
con un orgullo que las palabras
resultan incapaces e insuficientes para definir.
Hoy es el día
en el que tendríamos que estar celebrando
tu venida a este mundo,
pero me faltas,
no tengo esa luz de faro
que iluminaba mi vida,
que se ha apagado tan súbitamente
que ni me di cuenta de ello.

Ahora solo puedo rememorarte en la lejanía,
en viejas fotos en blanco y negro
que el tiempo irá tiñendo
hasta convertirlas en sepia
y en polvo entre mis dedos,
pero que siempre podré recurrir
a los anaqueles de mi memoria
para volver a ver en movimiento,
en nítidos colores,
ese momento
que grabaste con tu presencia
en mi memoria.

Se acerca el momento,
ya llega el día.
Silenciosos clarines tocan una llamada queda
en la que el heraldo me comunica
que pronto llegará el oscuro advenimiento,
el triste recuerdo del aniversario de tu marcha,
pero hoy,
en este día,
quiero volver a ver el arcoíris
más allá de la lluvia,
quiero volver a sentir tu calor,
escuchar tu risa desbordar el aire,
y sentirte en un fuerte abrazo
que no se pueda romper
una vez más.

A LA LUZ DE LAS VELAS


A la luz de las velas,
abandonados a nuestros sentidos,
dejando atrás la cordura,
nos encontramos
en este apartado rincón del mundo,
alejados de miradas que no sean las nuestras,
ajenos a todos y a todos.

Rezo una plegaria maldita
al dios de la lujuria
mientras enciendo las velas
que eleven mis oración a sus oídos
antes de inclinarme a rezar
en el sagrado altar de tu pubis,
de comulgar con tu carne,
de beber la sangre ácida de tu flujo.

Derritamos el hielo de nuestras almas,
devolvamos la vida a nuestras venas,
demos un nuevo impulso a nuestros corazones,
busquemos la gloria perdida
en este momento arrebatador,
en un instante apoteósico,
en la dulzura de un beso,
en el fulgor inmaculado de un orgasmo,
agitando las aguas como dos titanes en plena litis,
pugnando por exteriorizar nuestra pasión
y consumarla.

DEJARLO IR



Echo la vista atrás,
una vez más,
mirando por encima de mi hombro
tiempos pasados
que creo mejores que los presentes,
o que simplemente añoro más
por una magia que hoy creo perdida,
pero no comprendida.

No es cuestión de magia,
no es cuestión de añoranza,
sino de comprender
que cada momento tiene su sabor,
que cada instante y cada vivencia
tienen su razón de ser,
cada momento tiene su tiempo,
y no podemos pretender
morar en ellos toda una vida,
pues el tiempo no se detiene,
como no lo hace el agua entre nuestras manos.

Echo la vista atrás,
y decido que es el momento
de velar mi vista a esas imágenes,
de dejarlo ir,
que cada recuerdo ocupe su lugar
en el anaquel correspondiente,
que ocupen un cubículo numerado en su estantería,
para que, cuando recorra las salas
de la biblioteca de mi palacio mental,
pueda sacudirles el polvo y,
antes de que sus moléculas se vuelvan a posar sobre ellos,
recordarlos.

Veo los rostros de los amigos,
las risas y las ocurrencias,
veo los rostros queridos y amados,
aquellos que están y los que ya se fueron,
recuerdo las pasiones y el cariño,
los besos y el sexo,
pero ya es el momento de pasar su página,
de cerrar el libro de mi vida,
de mi álbum de recortes más íntimo y personal,
y dejarlo ir.

viernes, 17 de octubre de 2014

PAÑOS MOJADOS

Hace mucho tiempo 
que no nos vemos,
que nuestros rostros son
imágenes difuminadas
en la memoria,
suspiros de olvido,
que el tiempo va borrando
un poquito más
a cada segundo que pasa.

Nos volvimos adultos
y nos olvidamos
del ardor de nuestros pechos,
del latir del corazón,
de la fuerza de la voluntad,
del ímpetu del sexo.

Atrás quedaron
las miradas soslayadas,
los roces involuntarios,
los encuentros forzados,
las ganas de abrazarnos
cuando nadie nos viera,
los labios buscados
a tientas en la oscuridad,
el explorar
la piel de nuestros cuerpos
por debajo de nuestras ropas
con ansia voraz.

El tacto firme de tus pechos,
la suavidad de tu espalda,
el vello erizado en tu vientre,
el sudor resbalando por tu piel,
la humedad deslizándose
por entre tus trémulos muslos,
el gemido en tus labios.

El placer que compartimos,
la pasión que nos regalamos,
ahora no es más que un recuerdo
en nuestras memorias,
como las olas del verano,
como el sol en la playa,
como el aire de la montaña.

Vemos las imágenes como diapositivas
en el proyector de nuestras cabezas,
mas las sensaciones se han borrado,
quedándonos solamente una marca
cada vez más pulida,
cada vez más invisible.

Ahora te sueño,
como aquella mañana,
tras el cristal
perlado de lluvia,
con los paños mojados
sobre el cuerpo,
con la promesa
de la lujuria desenfrenada
de nuestros sexos,
con el ansia
del último beso.

Ya no queda nada de aquello,
más que el recuerdo borroso
de unos paños mojados...

ESPERA

Sentada en el jardín,
en un fresco rincón,
más allá del recodo
que hacen las plantas y las flores,
allí donde nadie te ve,
te sientas y aguardas
en sigilosa espera.

Sumerges los pies en la fría agua,
sientes el sol picar en tu piel,
la brisa te despeina,
y el arrullo del agua
trina en tus oídos,
y, mientras,
sigues a la espera.

Tu ojos ya no están tristes,
revelas una felicidad
que no quieres exteriorizar
porque aún no es el momento,
por lo que permaneces
a la espera.

Tu pecho desnudo
vuelve a esperar su beso,
que sus labios ericen
una vez más
tus pezones,
que te recorran el busto
los calambres de la excitación.

Mientras peinas tus cabellos
con los dedos,
sigues la muda espera.

Sientes el sexo húmedo entre tus piernas,
sientes el calor en tu vientre,
el temblor de tus muslos
incapaces de contener la ansiedad del deseo,
por esperar un segundo más
para abrir el umbral de tu placer.

Mientras el aire
te susurra al oído
poemas eróticos,
mientras el agua de la fuente
interpreta una música sensual,
sigues la espera.

SER FLOR



Sueño con ser flor entre tus dedos,
aroma fragante en tu nariz,
poder acariciarte la piel con mis pétalos,
con el delicado deseo
del amor más sutil,
del beso más exquisito,
con el amor más prohibido
de cuántos quieras concebir.

Quiero regalarte
mi esencia más intensa,
la fragancia única y extrema
que te haga caer rendida a mis pies,
como yo ya lo estoy a los tuyos,
anhelando ser el tallo elegido
para ser cortado y decorar tu pelo,
recibir el beso del sol en la primavera,
cuando todo cambia
y tu llamada clama alto a los cielos despejados,
haciéndome buscarte sin cesar.
                                                                        Quiero ser flor
para que tú seas mi mariposa,
que piques entre mis hojas,
entres en mi cáliz
y te inundes de mi estigma sagrado,
de mi ser más íntimo y profundo,
de la semilla que porto,
oculta a los ojos de los demás,
para hacerte a ti mi beneficiaria,
mi depositaria,
mía para ser yo tuyo,
sólo tuyo,
sólo para ti.

BESAME


Tus ojos son mi maldición,
esos panales de dulce miel del deseo
que se desbordan incontenibles,
pues cuando me miras creo desfallecer,
siento que me convierto es escarcha
que se derrite con la llegada
de los primeros rayos de la primavera,
que toda mi sangre se licua en mi cuerpo
para ocupar una única plaza.

Despiertas en mí
el deseo de tus besos,
el ansia de tus caricias,
la necesidad de penetrar
en la húmeda jungla de tu cuerpo,
de querer perder la razón completamente
mientras tus besos me estremecen
de la cabeza a los pies.


Arrodillada ante mí,
cubierta de crepitante espuma,
una ondina en el río de mi vida,
una sirena agitando océanos de pasión en mi pecho,
sólo soy consciente del despertar de mi carne,
del palpitante deseo de hundirme en ti,
de abandonarme al mar de sensaciones
que me aguardan cuando cruce tu glorioso pórtico
en busca de la gloria del éxtasis extremo.

No puedo esperar un momento más
y me fundo en las cálidas aguas,
volviéndome espuma contigo,
dejando que me atrapes en las redes de tu mirada
un instante antes de expresarte mi súplica más profunda,
más íntima.

Bésame...

VESTIDA DE TI



Hoy te presentas ante mí,
vestida de ti,
con tu mirada atándome el alma
desde el otro extremo de la habitación,
brillando con luz propia en esta estancia,
creando sin palabras
el guión perfecto de lo que está por venir.

                                                                       Vestida de ti,
                                                                con tus magníficas curvas
y las proporciones perfectas
que los artistas del pasado crearon,
despiertas el deseo latente en mí,
sin palabras,
con un gesto,
sólo con una mirada.

                                                                   Sólo vestida de ti...

ARCOIRIS


BEST-RAINBOW-PHOTOS-EVER-01
Porque tengo todos los colores del arcoíris…
Soy amarillo, la diversión innata que irradia en cada poro de mi piel.
La sonrisa infinita que sin más pretexto que una buena compañía, hace de cualquier reunión un encuentro mágico, diferente, menos aburrido y menos absurdo.
Junto la estupidez con los dedos de mis pies y en un afán por encontrarte,
te cuento un chiste, tú te ríes, yo me río y todos reímos.
Soy azul. El azul de un mar en calma que puede convertirse en el más bravo de los océanos.
Bailo con olas que juegan sin rima y con las ganas de lanzar a las nubes miles de besos.
Seco el salitre de tus pestañas y lo hago azúcar glas (o azúcar moreno).
Soy al que tachan de la lista de invitados en un lugar llamado “la casa del señor”.
Esos que nos animan a predicar con el ejemplo “ejem”.
Soy la ley que me prohíbe casarme con la persona a la que amo.
Y ya eso de tener hijos, ni te cuento.
Soy rojo. Posiblemente de las personas más pasionales que hayas conocido jamás.
Entrego mi alma en cada gesto,
en cada amanecer donde las gaviotas juegan a ser linces presas de su vuelo.
En cada latido de mi corazón que impulsa a mis pies a seguir avanzando en un camino lleno de espinas. Repleto de un jurado en fila india, que parece salido del mismísimo corredor de la muerte,
donde por menos, quisieron meterme preso.
Meterme presa. Pero aquí sigo.
Feliz. (Aunque a veces me rinda)
Fiel a mis pasos, a mis instintos y a mi propuesta de amar y ser amado.
Que soy humano ¡joder!
Soy blanco. La sensibilidad hecha verdad. Posiblemente sé apreciar mejor que tú,
cualquier silencio hecho gritos.
Cualquier halo de luz que desnuda las hojas de los árboles del retiro.
Y si no mejor, al menos, lo sé apreciar.
Eso de mejor se lo dejamos a la vanidad, al cartel del ego que muchos llevan colgado a modo de #siquépasasoygenialytúunmierda.
Admiro ese andar lleno de canas y esas arrugas donde podría perderme escuchando mil historias.
Tengo una sensibilidad por la vida que ya muchos quisieran.
Me gusta la lectura, hablar en diminutivo, a veces también digo palabrotas
y créeme, mis brazos destruyen a su paso cualquier aire envenenado,
tendiendo la mano a un aire fresco, puro, real.
Y que te quede claro. El rosa, no siempre es mi color favorito.
Soy verde. Porque en el verde está la esperanza de mis pupilas.
Porque en el verde me pierdo en las causas sociales y en esos que como yo,
tienen que luchar día a día para hacerse con el respeto, darle la mano e ir caminando sin prisas.
Soy el verde en estado puro.
Confiriéndose como símbolo de identidad innata,
en un mundo que se empeña en hacerme creer que estoy enfermo.
Que estoy enferma.
Soy lila. Me calzo en mis zapatos de talla valentía. Inteligente,
cuanto menos interesante, te hablo tanto de historia como de poesía.
Trazo pétalos en las estrellas
y cuido de mis amigos como si fueran mi familia. Realmente lo son.
Soy el lila que a veces se esconde tras las nubes,
cuando la lluvia moja mis intentos de seguir descalzo, desnudo, insensato en una realidad extrema.
Soy naranja, un torbellino de energía que por mucho que intentes pararlo no podrás.
Presumido y presumida a más no poder, amante del buen gusto, del querer y del olor a miel.
Me llamo Ana, Javier, Antonio.
Algunos me dicen Paco y otros Susana.
Soy moreno, soy rubia y pelirroja.
Me encanta el chocolate, el buen vino y los caracoles.
Tengo trabajo,o no, creativo, estudio y me encanta hacer deporte.
Aunque también me gusta no hacer nada, bailar y dibujar dinosaurios.
Soy el secreto inconfesable y el dolor que me produce tu rechazo.
Porque aunque tú no lo sepas yo…
siento,lloro,amo,descubro,respiro… 
Igual que tú. Y que tú. Y que tú también.
Porque aunque tú no lo sepas yo…
Soy un hombre al que le gustan los hombres.
Soy una mujer a la que le gustan las mujeres.
Soy homosexual. ¿Sabes por qué? 
Porque tengo todos los colores del arcoíris…

TE AMO


Hoy miramos
las fotos oscuras del ayer,
los tonos sepias de las secuencias,
y vemos
que lo que fue, es.

Hoy nos miramos a los ojos
y nos volvemos a encontrar,
recordamos las espinas
que hemos pisado en el camino,
el dolor que hemos pasado,
las crisis sufridas,
y nos vemos juntos y firmes,
sólidos como rocas,
prestos a dar un nuevo paso
juntos en este periplo,
cogidos de la mano.

Recordamos las risas y las alegrías,
las sorpresas inesperadas,
cada instante que hacemos mágico,
cada regalo que nos ha dado la vida,
y nos volvemos a mirar a los ojos,
hoy tan chispeantes como el primer día,
y nos prometemos
el mismo juramento
que ya hicimos,
nos comprometemos
a ser el hogar al que retornar
cuando el dolor nos venza
y el agotamiento se apodere de nosotros.

Hoy, más que nunca, te amo...

ESTREMEZCAMOS LA NATURALEZA

Se termina ya el estío,
se acaba el calor,
pero no termina la erupción de mi alma por ti,
la lava ardiente que rezuma mi cuerpo,
anhelante de derramarse en el cuendo de tu placer.

Me recibes en 
con la insinuación en los ojos,
una copa de elegantes palabras en una mano
y tus exquisitas líneas por toda vestimenta,
con una sonrisa que lo promete todo en los labios.

No necesito más.

Juntemos nuestros cuerpos
que mi miembro sea el puente
que engarce en tu gruta
y unamos abismo y montaña
en una sola figura,
que mis embestidas me unan sólidamente a ti,
que tus aullidos de placer moldeen la figura
de una única alma sin fisuras,
hasta que el estallido del éxtasis
nos impulse como la lava en plena erupción,
que te sientas parte de mi espumosa esencia
expelida por la carne de Eros,
y que tú me atrapes y me devores
con tus labios de Venus,
haciéndome beber del néctar
que fluye entre tus piernas.

Estremezcamos la naturaleza.
Tú y yo juntos.

EL RASTRO DE TU CUERPO

 

Quiero seguir el rastro de los pétalos
que has ido dejando en tu cuerpo,
que me guíen
hacia la infinita gruta de las maravillas,
que me sitúen
frente al pórtico que me lleve
a nuevos mundos del placer.

Quiero seguir el rastro de tu cuerpo
por todas partes,
enloquecer
con tu tacto a seda,
con tu sabor a salado,
con la dulce esencia de tu flujo en mis labios,
con mi rugido al cielo
cuando el orgasmo me  traspase,
y el dulce despertar en tus brazos al terminar.

ESTREMECIDOS

Con el tacto de tu piel en mi pecho,
y la calidez de tus senos en mis manos,
mis caderas interpretan la danza de la pasión
a un ritmo que queda enmarcado
por el palmoteo alegre e intenso
de mi pelvis chocando contra tus nalgas.

Tus gritos de placer me enloquecen,
escuchar cómo desgarras con los dientes
la ropa de la cama me derrite,
y tus súplicas de no detenerme,
de continuar con este movimiento
al ritmo único de nuestros corazones,
me dan un nuevo vigor en este empeño.

Cambio los ritmos,
insisto al llamar a la puerta de tu placer,
unas veces lo hago con más suavidad,
timorato enamorado,
en otras soy fiera entre tus piernas,
hasta que, paulatinamente,
mis ojos se van volviendo blancos,
el instinto eclipsa al raciocinio,
y lo único que quiero es darte placer
para que el mío estalle a flor de piel.

Y entonces te asalta el placer,
y te retuerces como una sierpe
aún empalada en mi falo,
gritando de éxtasis,
elevándome a altares
que ni los dioses nunca osaron soñar,
y te giras,
y me mueves,
y me haces sentir tu placer,
marcándome con tus uñas como al ganado,
como a la res de tu propiedad,
convirtiendo a este uro salvaje
en tu más íntimo y profano minotauro,
doncella perdida en mi dédalo del placer.

Y así llegó el momento,
me tienes encadenado,
como el toro ante la doncella,
incapaz de soportarlo por más tiempo,
sucumbo ate mi debilidad,
ante el placer que me haces experimentar,
y estallo entre tus piernas,
con un dolor que es placer,
con un placer que es dolor,
con una unión cósmica
que va más allá de lo filosófico y lo moral,
y de la que no quiero salir,
en la que quiero vivir,
y anhelo repetir de inmediato,
pegado a ti,
mientras aún me derramo,
latido a latido,
entre los jugosos labios de tu vulva,
estremecidos por la intensidad de nuestros placeres.
 

TU SOMBRA

Aplastado bajo el peso de tu sombra vivo, Edgar,
intentando dibujar tu grandeza con mis palabras,
estremecer los corazones
con la oscuridad que tú derramaste,
devorar los volúmenes prohibidos
del saber que hagan
que las alas de mi alma se desplieguen,
correosas como las del mismísimo murciélago del Infierno.

¿Por qué desapareciste, Edgar?
Cinco días de tu vida en blanco, los últimos,
los más importantes acaso,
antes de aparecer delirando
tirado en un parque al frío amanecer en un banco,
con los ojos en blanco
y consumido por el delirium tremens
de las copas de tu propio elixir maldito,
esencia de genio,
oscuridad y maldad unidas
en fórmula magistral.

¿Por qué Plutón rehúye mi presencia?
¿Por qué el corazón delator enmudece su latido
al escuchar mis pasos?
Ya no grazna el cuervo nevermore
 para maldecir mi vida,
ni el mar turquí ruge en la distancia
anunciando su poder.
Los crímenes de la calle Morgue
no me atormentan por las noches,
ni la máscara de la muerte roja
quiere adueñarse de mi vida
en una última orgía de horror.

Quisiera que mi prosa oscura fuera como la tuya,
que la simple mención de mi nombre
la carne estremeciera y el vello erizara,
que los demonios sirvieran
banquetes de fuego y ceniza en mi honor
antes de recoger el premio de tus manos muertas
en reconocimiento ami devoción,
sumiso a ti como si fuera el busto de  Palas Atenea
maldito de tus letras.




Ya no sueño con el sepulcro de cristal
de Annabel Lee junto al rugiente mar,
pero sí sigo suspirando
por una lágrima de sus delicados ojos en mis labios,
una gota de la esencia de tu inspiración para mí,
algo que me convierta
en torvo y oscuro como tú,
algo imperecedero e inmortal,
con un uso exquisito y crudo de las letras,
con un estilo hiriente y sangrante
como una puñalada.



Y ahora llego a este recodo del camino,
con los pies pesados de tanto barro adherido,
con las flechas del infortunio hundidas en mi carne,
desangrado, eviscerado por las críticas y la falsedad
de este mundo que me rodea,
y de bruces a mí me recibe
la tétrica ave de tus pesadillas,
posado está en un tocón,
dispuesto a no dejar descansar mi alma jamás,
con su graznido nevermore 
expelido por las palas de su pico,
mientras tu resurrecta Annabel Lee
me espera en esta pútrida ciénaga,
con la carne pálida,
sin vida en sus venas,
para darme mi último beso en vida,
el inicio de mi no vida en la muerte,
y se convierte en mi guía hacia ti, Edgar.

Aplastado por el peso de tu sombra...

jueves, 16 de octubre de 2014

AMOR SE ESCRIBE CON HACHE

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A mi. ¿A mi me vas a hablar de amor?
Yo que en un acto de fe perdoné lo imperdonable,
me sequé las lágrimas hasta convertirlas en sonrisa
y seguí mi camino sin mirar atrás.
A mi tú no puedes hablarme de amor, no puedes.
Al menos no deberías tener el privilegio de hacerlo.
Deja que sea yo la que te explique qué es el amor.
Y si después de leer esto quieres seguir pensando como piensas, de acuerdo.  
Pero no cuentes conmigo.
El amor es el hoy, no el mañana. Es el ahora, el presente,
el instante en que me miras a los ojos (o me tocas el culo).  
En el amor no hay excusas, ni miramientos.
No existen los “luegos” ni los “ya iremos” o “ya haremos”.
No valen los pretéritos imperfectos ni la sombra del pasado haciendo eco
y mucho ruido en el presente.
El amor es quererte, aceparte.
Con tus mil defectos y mil virtudes.
Es el equilibrio perfecto entre tú y yo.
Entre el espejo y tú. Entre tú y el mundo.
El amor son esos cajones vacíos que esperan con ansias 
llenarse de nuevos recuerdos, 
de cartas aún por escribir y de fotos de lugares 
y momentos improvisados.
Es la canción del invierno y el abrazo del verano.
El amor es el todos los días, es el ser mejor persona
y hacer todo lo posible sin esfuerzo,
para que tu pareja sea feliz. No es imposición ni desgana.
No es obligación y una hora que determina el aburrido cucú
que siempre marca las seis de la tarde.

El amor no entiende de mentiras, de matices imperfectos o de prosas inconexas.  
El amor no llega tarde, no se olvida de los cumpleaños ni de tu cita con el dentista . 
El amor no son segundas oportunidades.
Con una ya tienes bastante.
No es un sábado a destiempo ni un “te prometo que lo haré”.
 El amor no exige de cambios, los cambios ya vienen dados.
No es la espera continuada de una transformación pedida a gritos.
No es un juego de sábanas de tres. O de cuatro.
El amor no es lo que muchas parejas tienen hoy en día.
No es un “lo siento, no volverá a pasar”.
No es un “no llores más mi amor, te prometo que te compensaré”.
¡No joder! Eso no es amor.
Porque amor se escribe con hache. Hache de HECHOS.
El amor es el hecho constante de saber que estás ahí, de que nunca podrías fallarme
y si lo haces yo te perdonaría.
Es el hecho constante de mis buenos días y mis buenas noches.
Es el respeto, la dedicación y la paciencia.
Es el hecho constante del interés.
El abrazo sincero y la mirada que nunca me abandona.
Es el escudo que me protege de los bichos y bichas (por no llamarlas putas).
Es el hecho agradecido de mi dedicación por ti.
Es saber darme mi lugar y mi espacio y de sentirte afortunado por tenerme a tu lado.
El amor es felicidad, no un nudo constante en la garganta.
Es el “no te cambio por ninguna” y el querer contar arrugas a tu lado.
Es preocupación a veces pero no puede superar nunca las ganas de reír, reír y reír.
El amor es ese beso, ese olor, es eso que tú tienes y nadie más.  
Es el mejor sexo del mundo.
 Es el estar por encima de la envidia.
O por debajo. Da igual, mientras no estés en ella todo irá bien.
Es la distensión amena de tu compañía, el secreto que me confesaste mientras dormías
y el brazo que me lleva a urgencias cuando no puedo mantenerme en pie.
Es el apunte de mis descuidos, mi mejor amigo y mi mejor compañero de vida.
De esta vida al menos.
De las otras, ya veremos.
Porque ¿sabes qué te digo?
Las poesías para los poetas, las promesas para los mentirosos
y los hechos para los que de verdad se quieren.

 Mozaic-Of-Love-HD-Wallpapers

TE EX QUIERO


te ex-quiero
Todos tenemos un ex, o dos, o varios.
Personas que han formado parte de nuestras vidas
y que en más o en menos tiempo y que con más o con menos sentimientos,
marcaron un antes y un después en nuestra historia.
Ex, una palabra indecorosa, antiestética, que casi siempre viene acompañada
de dolor de estómago, de recuerdos repletos de nostalgia,
confusión, rencor y a veces de odio. ¿Por qué?
¿Por qué en la mayoría de los casos, 
después de haber roto una relación sentimental 
ya no volvemos a tener contacto, ni una relación cordial o de amistad, 
con una persona con la que hemos compartido tanto?
¿No es triste? Es tristísimo.
Personas con las que hemos compartido nuestro cuerpo, nuestros besos,
nuestra piel, nuestros secretos más íntimos.  
Personas a las que juramos amor eterno,
personas con las que recorrimos el mundo de la mano,
personas que hicieron de sus chistes nuestra sutileza,
personas con las que nos pasábamos horas
y horas hablando hasta que los gritos se hicieron protagonista de una película
que empezó siendo de amor, y terminó siendo un thriller de Hitchcock.
Personas con las que diseñamos planes
y construímos puentes que creíamos indestructibles.
Preciosas historias que se esfumaron en un recuerdo amargo.
Los mejores años de nuestra vida, nuestro amor hecho hijos
y cientos de te quieros que volaron al viento sin dueño.
Sin rumbo. Sin prisa.
Y hoy si te veo no me saludas. No te saludo.
Y hoy no te quiero. Hoy te odio.
Y hoy ya no me pareces guapo, ni guapa. ¿Cómo pude fijarme en ti?
Y hoy olvidé todo eso que me enamoró de ti.
Aunque bueno, realmente creo que nunca lo estuve.
Y hoy no eres nadie para mi. Ni un amigo, ni una amiga.
Y hoy cuando me hablan de ti me sumo a la indiferencia
o si aún no lo he superado,
te critico hasta quedarme sin más argumento que insultos vacíos de lógica.
Hoy ya no guardo tus fotos. O si. Eso nunca lo sabrás.
Y hoy ni siquiera, me permito el lujo de pensar en ti.
¿No es mohíno? Lo es y mucho.
Para ser un buen ex, debiste ser primero una buena pareja.
Y quiero pensar que muchos de nosotros no lo fuimos, porque sino
¿qué sentido tiene odiar a nuestros exs?
¿Qué sentido tiene no darles un espacio en nuestras vidas?
¿Pudimos amar tanto a alguien que hoy ni siquiera nos importa?.
Quizás los prejuicios, esta estúpida sociedad que nos ha enseñado a amar
de una forma tan tóxica, hace que no esté bien visto tener relación
con personas que formaron parte de nuestro pasado.
Cuando deberían ser ellos y ellas nuestros mejores amigos.
Esas personas con las que compartimos más que con cualquier otra persona en el mundo.
Esa persona a la que regalamos nuestra desnudez, el olor a recién levantado
y el último beso de cada luna. Esa persona con la que dibujábamos vacaciones,
partituras hechas canción sin melodía y personas que creímos nuestra alma gemela.
Posiblemente lo fuera.
Aunque no durara para siempre.
¿Por qué nos odiamos?
¿Por qué tienes que odiarme?
¿Por qué aunque hoy ya no seamos pareja ni nos una ese vínculo sentimental,
no podemos mantener una relación sana, desearnos lo mejor
y darnos un abrazo sincero cada vez que nos veamos?
Por suerte aún hay ex parejas que lo hacen.
Hay ex parejas que supieron afrontar con madurez su ruptura y hoy,
son mejores amigos. Que hoy son padres compañeros de criaturas maravillosas.
O son conocidos que se saludan cordialmente y se desean lo mejor.
No celan de sus actuales parejas, porque eso, está más que superado.
Supongo que el problema está cuando no se supera.
Porque acaso ¿el odio no es una forma de amor?
¿acaso llamar la atención del otro aún siendo de malas formas,
no es una manera de decir “ey aún te quiero”?. Si, lo es.
Y quizás por eso la gran mayoría de nosotros no es capaz de ver a un ex como lo que fue.
Una persona importante en nuestras vidas que por encima de todo, 
merece el mayor de nuestros respetos. O no.
Porque como dije antes “para ser un buen ex, tuviste que ser una buena pareja”.
Y entiendo esos casos donde el mal querer hizo mella,
donde nunca existió una amistad ni un amor sincero.
Entonces en esos casos, se entiende que un ex quede desterrado para siempre.
Me gusta pensar que aunque tengamos el mismo nombre
y apellidos durante toda nuestra vida, que aunque el número de nuestro DNI
y Seguridad Social no cambie, realmente podemos llegar a ser varias personas distintas
en una misma vida. En mi caso, yo a las quince años no era igual que a los veinte.
Ni a los veinticinco era igual a la mujer que soy hoy en día.  
Estoy hecha de experiencias, de caídas, de estúpidos errores que cometí en el pasado,
de melodías rotas y melodías eternas que siempre bailarán al son del sol de octubre.  
Estoy hecha de ti, de ti y de ti también. Hecha de besos inexpertos y hecha de besos maduros.
Estoy hecha de lágrimas, de corazones rotos y de promesas que nunca se escribieron.
Estoy hecha de amor, de decepción y de todas esas personas que pasaron por mi vida.  
Estoy hecha de ex- te quieros, y de todos esos exs que me enseñaron (unos mejor que otros)
a ser quién soy hoy en día. ¡GRACIAS!
Porque por muy mal que nos fuera, por muy mal que ese ex o esa ex nos lo hiciese pasar,
debemos sentirnos agradecidos.
Agradecidos por lo que nos dieron, por lo que nos quitaron.
Por todo lo que crecimos y aprendimos a su lado.
Por la forma en la que nos amaron, aunque nos amasen mal o simplemente no lo hicieran.
Por esos días de sus vidas que eligieron pasarlo con nosotros
y aunque hoy seamos un ex odioso para ellos, en el fondo de nuestro corazón,
si alguna vez hubo amor de verdad, hubo amor al fin y al cabo,
ese recuerdo perdurará el resto de nuestras vidas.

Hoy que te tengo delante, te miro con los ojos estallados en lágrimas
y suplicándole al cielo que no te conviertas TÚ en unos de mis exs.
Porque quiero quererte siempre, amarte siempre, contar arrugas a tu lado
y decirte al oído en un último suspiro “gracias”.
Te ex-quiero.
Y te ex-querré siempre.

 te ex-quiero