PUZZLE

Puzzle.
¿A qué os recuerda la palabra puzzle? 

A mí se me viene a la cabeza una bolsa llena de piezas 

revueltas de un puzzle enorme 

al que creo que no voy a ser capaz de darle forma, 

de la darle sentido. 
Así me sentía yo, completamente desorientada y descolocada. 

Pero poco a la que poco su vida iba tomando el sentido que necesitaba.
Día a día, esas piezas iban encajando y uniendo cosas 

y heridas que dejaban de doler, que empezaban a cicatrizar. 

Cada semana conseguía colocar algunas, 

tomando decisiones que jamás pensé que iba a tomar. 

Comencé a sacar de mi vida personas que no necesitaba tener en ella, 

porque me fallaron cuando las necesité 

y dejaron de aportarme aquello que yo pensé que eran cosas buenas.
Con el paso de los meses conseguí terminar el puzzle.
Era precioso y al ir a poner la última pieza, 

me di cuenta que no estaba, que faltaba. 

Como me faltaba a mí algo importante en mi vida, 

pero con lo que había aprendido a vivir sin ello. 

Mi asignatura pendiente, aquello por lo que no quería volver a pasar, 

el dolor de un amor perdido.
Y de repente, llegaste a mi vida y parecía que encajabas 

en que aquella pieza que faltaba a la perfección. 

Poco a poco haciéndote indispensable en mi vida 

y siendo lo más importante en ella.
Hasta que llegó ese día en el que mi vida 

era igual que las teclas de un piano, 

ordenada y con sentido. 

Por un lado, las teclas negras y por otro lado, las teclas blancas, 

que solas no son suficiente, pero juntas suenan de forma maravillosa.
Así me sentía yo, como una hermosa melodía, tocada de forma suave 

y dulce por tus delicadas manos, 

como tus manos cada vez que me acariciabas.
Sé que podría vivir sin ti después de conocerte, 

pero elegí la opción de no hacerlo. 

Porque sin ti no podría gritar tan alto que SOY FELIZ.
Tú has hecho que me sienta así. Gracias por existir.