LLUVIA CASUAL

Lluvia casual

Me gusta la lluvia inesperada,
o el fracaso dulce en las manos frías, empapadas,
de sabores y de lentas respuestas.

Por mí que las cocinas, o las camas necias,
o se abrieran las ventanas, quizás,
y dejaran que las piedras, la distancia.

Vientos y aguaceros requeridos
en los últimos hombros de la novia,
y el anciano absoluto,
desprendiéndose de almendras 

y dolores de duda.
Cómo no llorar sus pasos,
si persiguen la actitud de la piedra;
que se anime a recostarse en una sombra
el que advierta la dureza de las plazas.

Ya dirán las nubes, 

o serán la forma de una pila fúnebre,
en su gris lenguaje de titanes
el día que perdonen a la tierra,
el día que abandonen el viento,
para hablar de la lucha de los hombres
y cubrirlo todo de sollozos.

Yo agradezco un poco de agua,
la gotera acontecida de momentos insalvables;
me arrepiento, de los pasos en las hojas,
hojas grises,
sumergidas en el barro substituto.

Empapada espera la calle
la serena marcha de voces,
azules, idiomas, 

y también la lluvia,
o todo el peso de la gente
que no ocurre como puede,
que suspira,
o sucede en una siesta de estaciones.