
Erase una vez, un sapo fugitivo...
Erase una vez un sapo, no como
cualquiera, era un sapo soltero y encantador,
aunque no lo sintiera, ni lo creyese;
su simpatía estaba por doquier, pero así de
testarudo, sin duda es!
Esté con su color verde, naranja
y con un meneo en su caminar,
las muchachas se acercan para ver
su deidad y con asombro lo admiran,
que no solo es vanidad, pues sabe
deslumbrar con su paladar.
Él; asustadizo por la muchedumbre,
con astucia desea marchar, porque
ellas ven de su lado poder andar;
Y sin mirar atrás, se echa a rodar,
pues sus brincos no le dan para más.
Entre los arbustos se pierde,
para buscar su nuevo hogar.
Y de allí solo quedó, el sapo que se fugó...
Erase una vez un sapo, no como
cualquiera, era un sapo soltero y encantador,
aunque no lo sintiera, ni lo creyese;
su simpatía estaba por doquier, pero así de
testarudo, sin duda es!
Esté con su color verde, naranja
y con un meneo en su caminar,
las muchachas se acercan para ver
su deidad y con asombro lo admiran,
que no solo es vanidad, pues sabe
deslumbrar con su paladar.
Él; asustadizo por la muchedumbre,
con astucia desea marchar, porque
ellas ven de su lado poder andar;
Y sin mirar atrás, se echa a rodar,
pues sus brincos no le dan para más.
Entre los arbustos se pierde,
para buscar su nuevo hogar.
Y de allí solo quedó, el sapo que se fugó...
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