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miércoles, 5 de noviembre de 2014

A VECES ES MEJOR SER AMABLE QUE TENER RAZON

 

A veces es mejor ser amable que tener la razón. No necesitamos una mente brillante que nos hable, 
pero sí un corazón paciente que sepa escuchar.
 
Tener derechos y tener el poder tienen un lugar predominante en nuestros días.
La bondad, aunque es valorada, no es considerada como lo más importante; esto debe cambiar.
"A veces es mejor ser amable que tener la razón.
No necesitamos una mente brillante que nos hable, pero sí un corazón paciente que sepa escuchar".
Esta cita inspiradora y anónima me hizo pensar:
Como esposo y padre de familia al meditar en mi vida no puedo pensar en otra cosa que hubiera deseado haber hecho mejor que ser más amable.
A menudo, lo único que mi esposa necesitaba de mí es que la escuchara.
Mi hijo, ahora adulto, ya está en la universidad, lejos de casa, y me gustaría poder decir que no tengo remordimientos, pero los tengo.
Lamento todas las palabras desagradables que alguna vez le dije.
Estoy agradecido de que mi hijo sea un mejor hombre de lo que yo soy, y que ha perdonado mis faltas.
Recientemente una amiga me pidió ayuda y consejo sobre cómo comunicar algo que sentía que debía decir, a pesar de que la persona con la que tenía que hablar no recibiría bien el mensaje.
Después de reflexionar por un tiempo, mi consejo fue,
"No lo digas". En muchas ocasiones he justificado decir cosas impertinentes, e incluso hirientes,
al creer que un bien mayor justificaba que las dijera.
La mayoría de las veces, después de decirlas, me arrepentía de haberlo hecho.
Por otro lado, nunca me he arrepentido de no decir algo.
En retrospectiva, no puedo pensar en una sola palabra ofensiva que me gustaría haber dicho.
Pienso en todas las veces que reprimí mi ira y no dije nada, o en lugar de hacerlo le dije un "Te amo" a mi esposa; nunca me he arrepentido de no decir lo que estaba tentado de decir en un momento de enojo.
Puedo recordar innumerables ocasiones en las que he expresado mi indignación sobre algún malentendido
o insulto o un simple error, y llegar a lamentarlo.
La mayoría de nosotros somos bastante ágiles en atribuir el mal comportamiento de los demás a su mala educación, a las personas de bajo intelecto o simplemente juzgar a otros.
Al mismo tiempo, excusamos nuestra propia mala conducta por alguna exigencia de tiempo
o alguna circunstancia.
Si invertimos esta práctica y miramos dentro los defectos de carácter evidenciados por nuestra mala conducta, podemos llegar a la raíz del problema y ser capaces de purgar no solo los malos comportamientos, sino también su causa.
Del mismo modo, si atribuimos el mal comportamiento de los demás a la presión del tiempo
y la circunstancia en la que se encuentran los veremos en una forma totalmente diferente.
En la mayoría de las culturas hay normas fijas de comportamiento que establecen si otras normas menos definidas serían consideradas como comportamientos aceptados.
La mayoría de estas reglas cambian con el tiempo.
En las sociedades patriarcales los hombres tienen derecho a ser crueles con las mujeres.
Las personas amables nunca elegirán aceptar ninguna justificación para menospreciar a otra persona.
¿Te gustaría unirte a mí en este esfuerzo para poner la bondad por encima de tener razón?
¿No crees que el mundo sería un lugar mejor si centramos más nuestra energía en ser amables que en estar en lo correcto?
 

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