"ASÍ ÉRAMOS"

    

 Éramos como uña y carne.   

       Éramos cielo y tierra en el mismo paraíso. 

Éramos todo uno hasta que amaneció.

      Éramos la explosión misma de todos los sentidos, 

éramos la brisa perfumada 

que cada noche envolvía los cuerpos amados.

            Éramos el reflejo de nuestro propio deseo hecho realidad. 

Y me decías lo hermosa que era la luna. 

La luna llena que yo veía en tus ojos. 

Me proponías secretos romances de incierto final,

final que yo me negaba a aceptar. 

Y me susurrabas melodías de amor,

 el amor que inundaba mi corazón al verte.

            Éramos pasión de otoño, 

refugio de invierno, locura de verano. 

Adorabas mis manos en tu piel, 

mis cálidos besos que no reposaban en lugar concreto. 

Adoraba el terciopelo de tus labios inquietos, 

indomables, que se perdían ya no recuerdo dónde.

            Éramos el despertar del día al llegar la noche,

 la pausa soñada de tardes lluviosas, 

éramos el universo repleto de estrellas.

            Pero no éramos agua, ni viento, 

ni color de primavera. 

No éramos nada que supiera a veneno. 

No éramos nada sin la fuerza extraña de los sentimientos.

            Nos dejábamos llevar según el día, 

nos decíamos adiós a escondidas, 

con miedo, sin pena, en silencio. 

Éramos tal cual, como un pecado de la vida.

            En cada noche depositábamos 

nuestros anhelos sin pensar en el mañana, 

y cada noche dormíamos con sonrisa de niños, 

de principiantes, como si fuera eterna.

            Y al día siguiente las nubes oscurecían el cielo 

y nuestros cuerpos separados apenas se conocían, 

como la nada, como si no existiera la vida, 

como si la noche fuera una ilusión lejana 

fruto de nuestro inconsciente.

            Al menos eso fue lo que dijimos. 

En tu mente y en la mía quedaron otras cosas.