
Amanece, pienso en ti.
Como torrente impetuoso fluyen mis pensamientos en tu dirección.
No hay obstáculos ni prohibiciones en el trayecto,
no hay radares ni agentes que me obliguen a soplar.
Voy a la velocidad de la luz, derecho a ti.
No espero nada, no sueño con nada, no me hago ilusiones...
Sólo quiero verte, escuchar tus risas
y tus historias ancestrales.
Deseo aspirar el aire que te envuelve: está impregnado de ti,
de un aroma único que envidian los alhelíes, las azucenas y las rosas.
Nada es real, yo no soy, tú tampoco, nada es,
todo es holografía, arte, ficción.
La realidad es otra: niveles, dimensiones,
minerales, animales cultos e incultos, energías,
luz en movimiento, cuerpos descarnados.
Una cosa es real: mi amor por ti.
Un amor que sin duda alguna nació en otras vidas
y te siguió a todas partes.
Un amor que ahora causalmente te ha encontrado,
cuando tú sigues una agenda, en la que no me hallo apuntado.
Escribes, piensas, amas, trabajas, lees, viajas...
No estoy en ninguna página de tu libro y mi llanto casi me delata.
Te giras, buscas, presientes mi presencia; pero luego sigues a tu tarea.
No te hago falta.
Llega la noche, la oscuridad no me da miedo;
más oscura es mi alma sin tu luz.
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