La felicidad causa confusión astral
y muchas veces no sabes si estás en la tierra o en la luna.
Te dá un vértigo a la hora del silencio
que tienes que gritar por dentro,
donde no existe el eco
y para que nadie sepa tu delirio.
Visión borrosa, complejo de pluma,
pasos chiquitos como el andar de las gaviotas en la playa .
La mueca de la alegría se asoma
como el brillo del filo entre los ojos
y te delata porque resplandece cuando miras,
cuando atisbas si todos visten de rojo
y llevan moños de corpus.
Lo peor es la resaca: amaneces creyendo
que el viernes tiene ochenta horas
y sigues entendiendo el lenguaje de los perros...
Aún insistes ,viéndote y viéndote al espejo,
buscando en tus espaldas vestigios de alas
y preguntas por no se
qué arpas festivas sonando en la deshora.
Luego sobreviene un mareo
y arrojas todos los colores por la boca...
Te queda muy chica la casa
y sales a la calle porque te urge
no saber lo que es la vida.
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