Recuerdo aquel carnaval,
cuanto te vestí de besos...
¡ gracias amor ! (Pronunciaste)
el mejor disfraz que tengo,
con voz de Biblia y misal,
aquella tarde de invierno.
Comenzó "llorando el cielo"
¡ confetis y serpentinas !
Primaveras por el suelo,
una alfombra a tanta dicha...
¡ monasterial ese cuerpo !
que preciosa y ¡tan divina !
Boca, perla destelleante
con esas jugosas fresas,
¡ imposible no besarte !
y sin importarnos nadie,
ante miradas obscenas...
aquella tarde, fue nuestra.
Las lenguas raudas a encuentro,
bajo la pasión tan suelta,
consumido por el fuego...
derramamos todo el néctar,
bajo el cobijo del templo...
prolongando aquella fiesta.
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